martes, 17 de diciembre de 2013

LA TEORÍA CRÍTICA DE FRANKFURT


Por: Melissa Rojas Rodríguez

Siglo XIX y XX, momento histórico de cambios y sufrimiento en diferentes partes del mundo, centrándonos aquí especialmente en Europa; situaciones como la primera y segunda guerra mundial, marxismo, gobierno nazi, fascismo creado por Benito Mussolini y sumado a esto la revolución industrial que venía sucediendo desde el siglo XVIII, provocaron cambios en la economía, la cultura, y las ideologías de las personas. Para darle un rumbo específico a éstos sucesos cabe resaltar que hay una constante en la historia de las sociedades: los manipulados y necesariamente los manipuladores, digo “necesariamente” porque es una relación bidireccional y una relación de dependencia; ha existido en las comunidades a raíz de las diferentes creencias una necesidad de guía, donde alguien o algunos son  quienes orientan a la “masa”, evidentemente por la historia podemos decir que han sido relaciones que dan lugar a actos de desigualdad, a una estratificación de la sociedad donde los que “mandan” tienen el poder absoluto  y los demás por ley se tendrían que ajustar a las condiciones y ser llevados como un rebaño. Hay quienes apoyan ésta concepción de sociedad como hay quienes en algún momento tuvieron una perspectiva de total oposición, ejemplo de esto es Carlos Marx y otros pensantes como Federico Engels, representantes del socialismo marxista.
Es en este contexto donde se dice ‘no’ a las relaciones que se vienen dando y aparece una visión de equidad para la sociedad, más que un socialismo utópico, propone Marx, es un manifiesto comunista que ve la solución en tres propuestas: el materialismo histórico, la valorización del trabajo es decir la economía política y el socialismo científico que significa que la propiedad privada sea una propiedad del estado y por ende de la comunidad; Para Marx la economía es el sistema que influiría en cualquier interacción de la sociedad.
Así pues, en 1923 surge un movimiento apoyado en las ideas que Marx había ido cultivando desde mediados del siglo XIX, denominado la escuela crítica de Frankfurt; éste fue impulsado por Max Horkheimer, quien al igual que Marx consideraba que la tecnología era uno de los aspectos que no ayudaban en el buen desarrollo de la sociedad, pero a diferencia del marxismo, Horkheimer consideraba que no sólo se podía hablar de la práctica sino también de la teoría como complemento para pensar en una liberación de los oprimidos.
Horkheimer junto con Adorno, Marcuse y otros pensantes, vieron la crítica como algo necesario e indispensable para no permitir relaciones de opresión que se venían dando en el momento, y vivenciado por ellos mismos, por el nazismo, Horkheimer dice “Es derecho y deber de todo hombre pensante medir el llamado mundo libre según su propio concepto y defenderlo contra el fascismo de corte hitlerista, stalinista o de cualquier otro tipo.” (Horkheimer, 2003,13), el cuestionamiento de las ideas es entonces una herramienta como forma de defensa para aquellas ideas inconvenientes.

Ésta teoría estaba en contra de la teorías tradicionales, es el caso del positivismo y el empirismo, no estaban de acuerdo con que plantearan que todo conocimiento se apoya en los conocimientos científicos, ni que la experiencia acompañado de todo sensación perceptiva son la base del conocimiento; esto con el motivo de que la ciencia oculta cosas para favorecer la clase monopolista del momento en vez de trabajar en pro de la sociedad como dicen hacerlo.
Pero es necesario preguntarnos qué relación guarda ésta teoría crítica con la actualidad, pues bien, es necesario destacar que las palabras de Horkheimer si han tenido vigencia y pueden vislumbrar en cualquier contexto que la necesidad de un pensamiento crítico es cada vez más necesario, el problema es cómo hacer que la gente piense, cómo movilizar a la masa para ir en pro de nuestra naturaleza: la libertad; en nuestro contexto vemos como hay tanta gente alienada con el prototipo de sociedad que se ha vendido, militarista, consumista, burocrática, corrupta, y de peso vemos como la educación primaria fortalece aún más estas ideas dejando de lado la formación basada en el cuestionamiento a la acción, la conciencia; si observamos la educación universitaria vemos como también el sistema económico ha prevalecido en algunas de estas instituciones y han dejado de lado la importancia que tiene la formación educativa porque simplemente el sistema quiere cada vez más buscar manipular a aquellos “profesionales” para su propio beneficio.

 Forma parte del encubrimiento de las causas de la crisis actual el hecho de que se haga responsables de ella, justamente, a las fuerzas que trabajan para lograr una mejor configuración de las condiciones humanas; ante todo, al propio pensamiento racional, científico. Se procura que su aumento y su cultivo sean pospuestos, en el individuo, a la formación de lo «anímico»; también se intenta desacreditar, como instancia decisiva, el entendimiento crítico, hasta donde no sea necesario en la industria desde un punto de vista profesional. Mediante la teoría de que el intelecto sólo es un instrumento apto para los fines de la vida cotidiana, pero que ante los grandes problemas tiene que enmudecer y dejar el campo libre a fuerzas más sustanciales del alma, se aleja la posibilidad de un estudio teórico de lo social”.(Horkheimer, 2003,16)

El anterior asentimiento es una visión que evidentemente hoy se aplica y que lo constatamos con lo dicho anteriormente, la falta de conciencia no nos ha permitido generar cambios radicales, estamos en las mismas condiciones pero en diferente año, no ha cambiado mucho; es por esto la importancia de replantearse teorías y mirar hasta qué punto son llevadas a cabo realmente y los profesores cumplen un papel importante en estos procesos, así hayan factores en contra, ese es el deber del docente ya que son quienes instruyen a quienes podrían ser o no futuros seres humanos que generen ese tan anhelado cambio.    

BIBLIOGRAFIA

·         HORKHEIMER, Max (2003), Teoría crítica. Traducción: Edgardo Albizu y Carlos Luis. Buenos Aires : Amorrortu,2003. PP. 13,16.

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